viernes, 14 de octubre de 2011

Periodico EL Pais


SANTIAGO SOLARI FÚTBOL

La complejidad del goleador simple


Solemos pensar que nuestros hijos se nos parecen cuando encontramos en ellos características nuestras que consideramos virtudes.





El Pipa Jorge Higuaín fue un fuerte y aguerrido defensor que jugó en River, Boca y San Lorenzo en los años ochenta. Viendo los viejos vídeos del padre, un caudillo de la zaga, se hace difícil reconocer hoy a su hijo, Gonzalo, el rápido y ágil centrodelantero que disfruta el madridismo desde hace seis temporadas. Sin embargo, hay una cualidad fundamental que El Pipita heredó de su padre y en la que se basa gran parte de su éxito: su tremendo espíritu competitivo.
Gonzalo Higuaín debutó en River Plate en mayo de 2005 y en diciembre de 2006 saltó el charco. No es tarea fácil llegar al Real Madrid con 18 años y menos aún sin que haya ninguna escala intermedia que ayude a la adaptación.
Forjó su personalidad en una familia numerosa, unida y futbolera. No bajó los brazos cuando tuvo que esperar, tras los consagrados Raúl y Van Nistelrooy, por su oportunidad. Cuando la tuvo, no la desaprovechó.
Higuaín es un goleador simple, pero esta definición no debe llevarnos a la confusión. Hacer goles es lo más difícil del fútbol y hacerlo parecer simple es precisamente lo complicado. Para serlo se requieren demasiados requisitos y son muy pocos los nuevesque los reúnen todos.
Con buena altura y peso y mucha potencia de piernas, le sobran condiciones físicas para el juego de ataque y es un arma letal en el contragolpe. Maneja con criterio la elección de la posición con respecto a la circulación del balón y entiende cabalmente cuándo se debe apoyar, cuándo puede girar y cuándo es el momento de alargar el campo o pedir la profundidad.
Además de estos atributos tácticos, domina a la perfección una suerte de vital importancia en su zona del campo: el desmarque. Allí donde espacio y tiempo se colapsan y se alejan los aliados, Higuaín se desenvuelve con total naturalidad. Genera sus propias extensiones. Se procura holgura cuando escasea el espacio o dibuja el camino más corto hacia el arco rival cuando su equipo recupera la pelota. Consigue resolver una ecuación difícil: alejarse de los defensas sin alejarse de la portería.
Cuando busca la profundidad, muestra claramente el callejón del pase a quien lo asiste. Si su desmarque no es utilizado por el lanzador, enseguida busca un espacio nuevo que ofrecerle. En el intento, rara vez tropieza con el fuera de juego.
No sorprende, así, verlo a menudo con oportunidades para definir, sea desde fuera del área o frente al portero, como si la defensa contraria hubiera cometido errores.
Una vez allí, Higuaín es sencillo y expeditivo. Domina con fluidez ambos perfiles. Gira sin problema hacia ambos lados. Apunta y remata con la izquierda y la derecha de forma indistinta y con ambas se permite el tiro firme o con rosca. Emplea su pie pequeño con maestría metiendo el empeine en el punto exacto, en mitad de la superficie de la pelota, para dar al disparo el efecto de precisión necesario: la parábola que baja con violencia y dirección hacia el palo largo o el tiro cruzado. En el mano a mano también emplea la gambeta y la vaselina.
No le gusta perder el tiempo. Cada vez que descarga vuela al área. Es tiempista en el anticipo y, si bien no cabecea como Morientes, la semana pasada logró superarlo en cantidad de goles en la Liga con la camiseta blanca: nada menos que 74.
La lesión discal que lo mantuvo alejado de la cancha durante varios meses y de la que se recuperó al final de la temporada pasada, lo desplazó del equipo titular y permitió a Benzema afianzarse. Pero, fiel a su estilo, lejos de rendirse, solo estaba esperando otra oportunidad.
Volvió a ser titular contra el Rayo Vallecano y marcó un gol. A este le sumo su hat-trickal Espanyol.
Con sus tres goles en el Monumental ante Chile anunció a Mourinho, a Sabella, a Benzema y a quien quiera escuchar lo que todos sabíamos: Pipita salió igualito a Pipa.



Gracias por la infromacion  
Cristina Sastriques

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