Excepto Messi e Higuaín, que se quedaron descansando en el hotel, los jugadores fueron al centro de Nueva York en busca de lo último en tecnología.
De civiles, jean y zapatillas. Remeras y camisas de vanguardia en la moda europea. El jogging y la chomba de la Selección Argentina quedaron apolillados en un cajón del Meadowlands Hotel de Nueva Jersey. En el día de su arribo a Estados Unidos, los futbolistas argentinos disfrutaron del día libre en pleno Manhattan, el corazón de Nueva York.
Los que también se quedaron descansando en el hotel y evitaron el tráfico infernal hacia Manhattan fueron Lionel Messi y Gonzalo Higuaín. Los goleadores de Barcelona y Real Madrid prefirieron las cómodas camas tras el viaje agotador, antes de ir en busca de lo último en aparatos tecnológicos y -sobre todo- desaprovecharon la oportunidad de caminar por una ciudad atestada de personas que sólo piensan en el café que agitan al caminar en vasos de telgopor y no en autógrafos y fotografías.
El resto de la delegación, con Alejandro Sabella a la cabeza, paseó por la ciudad cuna de Woody Allen y hogar por elección de Josep Guardiola para su año sabático.
El micro gris que transporta a la Selección de Nueva Jersey a Nueva York "parqueó" sobre la 59 Street, a pasitos de la famosa 5ta Avenida. En el córner sureste del Central Park. Enfrente se erige el principal de los tres Apple Store que se encuentran en la ciudad, el objetivo de los jugadores.
Camisa a cuadros con varios tonos azules para Lavezzi, remera gris para Agüero. Jean y camiseta blanca en Mascherano. Buzo en los hombros para Gago. Campera deportiva negra a tres tiras en la piel de Sabella. Los futbolistas argentinos se perdieron entre la gente. Chinos, árabes, africanos, latinos, yankees, japoneses, libaneses, hindúes; jugadores. Y el equipo nacional de lucha grecorromana de Rusia. Todos juntos y distantes a la vez. En una marea humana que recorre las calles.
Una señora pregunta quiénes son y por qué los flashes los persiguen. Un policía (el oficial Mercado) se hace el distraído, pero percibe el movimiento que comienza a generarse. Del medio del hormiguero humano emergen algunos obreros de espaldas cansadas por llevar tantas hojas, madera y comida al hogar que saben de qué se trata. Y aunque no está, brilla -esta vez por su ausencia-. "¿Dónde está Messi?", pregunta en perfecto español un muchaho de ascendencia latina. Y maldice en perfecto neoyorquino cuando se entera que la Pulga se quedó en Nueva Jersey.
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